El hombre desde siempre ha habitado entre diferentes mundos o universos. El primero es el mundo físico o concreto que le ha tocado descubrir, tocar, percibir, conocer y aceptar. El otro es el creado por él, por sus sueños, prejuicios y deseos, es la parte metafísica donde reside también la necesidad de creer en la existencia de algo superior, y de hombres y cosas superiores, así como también es donde se cultiva la imaginación. Ambos conforman el universo simbólico, aquí todo existe en un doble plano: el de lo real y de lo irreal. La relación entre estos dos mundos conforman la realidad simbólica del individuo, la forma en que interpreta su parte metafísica será muestra de su personalidad y relación con el universo físico. Por ejemplo una persona que cree en un ser superior, un dios, su vida real está condicionada por el universo metafísico, todas sus acciones y pensamiento se basarán en la devoción aquel universo abstracto. Sin embargo a veces resulta complicado cuando un universo sobrepasa a otro.
La cultura, la religión, la educación, etc. Poseen un rol relevante en los universos de las personas. No es lo mismo la relevancia de un santo local para un residente de ese pueblo que para un extranjero. Un ejemplo muy particular es la significación que se le otorga al cristianismo a nivel global; en África el cristianismo es lo que viene a salvarlos de las brujas y hechicería, todo el concepto de salvación se refiere a eso, en cambio para otros la salvación es la redención de los pecados. En particular otro fenómeno multicultural es la virgen María, en Europa es el símbolo de pureza, pero acá en Latinoamérica es la “madre” universal.
La significación que la realidad representa para nosotros es el resultado de la forma en que la hemos percibido. La percepción es nuestra conexión con la realidad, entendida esta como entorno físico, como mundo de los objetos. Nuestra percepción es selectiva, escoge aquello que es significativo para nosotros. La percepción es un proceso global y por lo general inconsciente, no es el ojo el que ve, sino el hombre, no es el oído que oye, sino el hombre. El ojo que observa tiene toda una serie de valores aprendidos a través de imágenes anteriores, conocimientos y valores que son parte del ser humano, no del órgano visual como tal. De igual manera ocurre con los sonidos percibidos a través del oído. Es el individuo quien registra, elige e identifica un sonido particular entre todos los que el órgano auditivo recibe.
El niño en comparación al hombre adulto posee un mundo simbólico diferente, la interpretación de sus sueños y la percepción del mundo real, hacen un desarrollo personal único y dependiendo de cómo perciba su mundo, su personalidad tendrá sus efectos.
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La cultura, la religión, la educación, etc. Poseen un rol relevante en los universos de las personas. No es lo mismo la relevancia de un santo local para un residente de ese pueblo que para un extranjero. Un ejemplo muy particular es la significación que se le otorga al cristianismo a nivel global; en África el cristianismo es lo que viene a salvarlos de las brujas y hechicería, todo el concepto de salvación se refiere a eso, en cambio para otros la salvación es la redención de los pecados. En particular otro fenómeno multicultural es la virgen María, en Europa es el símbolo de pureza, pero acá en Latinoamérica es la “madre” universal.
La significación que la realidad representa para nosotros es el resultado de la forma en que la hemos percibido. La percepción es nuestra conexión con la realidad, entendida esta como entorno físico, como mundo de los objetos. Nuestra percepción es selectiva, escoge aquello que es significativo para nosotros. La percepción es un proceso global y por lo general inconsciente, no es el ojo el que ve, sino el hombre, no es el oído que oye, sino el hombre. El ojo que observa tiene toda una serie de valores aprendidos a través de imágenes anteriores, conocimientos y valores que son parte del ser humano, no del órgano visual como tal. De igual manera ocurre con los sonidos percibidos a través del oído. Es el individuo quien registra, elige e identifica un sonido particular entre todos los que el órgano auditivo recibe.
El niño en comparación al hombre adulto posee un mundo simbólico diferente, la interpretación de sus sueños y la percepción del mundo real, hacen un desarrollo personal único y dependiendo de cómo perciba su mundo, su personalidad tendrá sus efectos.